La construcción consume el 50% de nuestros recursos naturales y el 60% de los residuos mundiales, de aquí radica la importancia de hacer un uso inteligente de los materiales y de la energía empleada en su fabricación.
En el 1970, el diseñador industrial Dieter Ramos propone un decálogo para fundamentar «el buen diseño» de bienes y productos. A partir de conceptos como: la innovación, la utilidad y practicidad, la estética, la comprensibilidad, la honestidad, la discreción, la cura y la precisión, la esencialidad, la consideración de todo el ciclo de vida y el respecto al medio ambiente.
En 1990 el Ingeniero de procesos Michael Braungart y el arquitecto William McDonough en su libro «Cradle to Cradle», hablan de cuatro principios. Utilizar materiales inocuos, saludables por el medio ambiente. Incluir en el diseño la reutilización del material, para entrar en el ciclo biológico (volver a tierra) o el ciclo técnico (volver a la industria). El uso del agua tiene que ser eficiente, para la producción tiene que ser de buena calidad y tiene que volver en buenas condiciones. El diseño de un proyecto, tiene que incluir parámetros sociales. En el año 2000 sale el concepto de ecoeficiencia, usar materiales amables con la naturaleza y convertir los desechos en alimento.
El diseño tiene que trabajar cada vez más dentro de la economía circular. Creando productos de consumo, de bienes y servicio sostenibles y socialmente responsables, potenciando una economía reparadora y regenerativa.
El Ecodiseño tiene en cuenta los aspectos ambientales y aporta ventajas socioeconómicas añadidas para la competitividad de las empresas y para la creación de puestos de trabajo innovadores y de calidad. Esto nos permitirá reducir la huella ecológica y de carbono e ir hacia un modelo de economía circular beneficioso para todos.
Información
Artículo: Ecodiseño como herramienta de cambio
Autor: Ferran Morgui, Morgui & Súnico